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San Valentín es uno de esos días especiales. Caminas por la calle y huele diferente. «El Amor está en el Aire» que se dice, y donde hay amor hay chocolate, hay dulzura y hay ¡azúcar!
En esta época un capricho en forma de dulce es la forma más socorrida y romántica de entonar un "te quiero, a pesar de que las lorzas sobresalgan de tu cinturón y amenacen con descolgarse precipitándose hacia el vacío".
Y como San Valentín es un día especial, vamos a elaborar una receta "especial", con la que podréis sorprender a vuestra pareja tras una romántica y opípara cena seguida de un Netflix y unos «¡Roses Garden Valentine's Cupcakes!», o lo que es lo mismo: unos cupcakes súper románticos de suave aroma y sabor a rosas ¿A rosas? ¡Sí, rosas! Porque, queridos amigos, si siempre quisisteis conocer a qué sabe el "Casa Jardín" sin intoxicaros en el intento, hoy es vuestro día de suerte.
Rosas para tu despensa
Contra todo pronóstico, el aroma a rosas existe en repostería e incluso los pétalos (siempre sin tratar químicamente) pueden encontrarse deshidratados para aromatizar infusiones. Con un sabor afrutado y unos aromas inconfundibles y suaves, nos recuerda vagamente a algunas gominas y gelatinas con las que éramos cebados y bombardeados insanamente en nuestra tierna infancia.
En nuestro caso, vamos a utilizar un aroma concentrado de rosas en pasta para aromatizar los cupcakes, y una confitura de pétalos de rosa para insuflarles amor en forma de relleno. Para esta receta hemos usado:
Confitura de Pétalos de Rosa L'ancienne 275gr. (en el «Club del Gourmet» de «El Corte Inglés», ~4eur. a 7eur.)
A primera vista son ingredientes algo caros, pero que cunden y dan para muchas recetas. Y sí, huelen a rosas y pueden comerse. Un mantra que tendréis que repetir más de una vez cuando los pongáis en el plato mientras apartáis abejorros con la otra mano.
INGREDIENTES (para 4 cupcakes del amor)
70gr. de azúcar
100gr. de azúcar glass
70gr. de harina
35ml. de aceite de girasol
40ml. de leche
1 huevo
100gr. de mantequilla a temperatura ambiente
Media cucharadita de levadura química (tipo «Royal»)
Aroma concentrado de rosa en pasta
Confitura de pétalos de rosa
Cápsulas para cupcakes
PREPARACIÓN
Para empezar sólo tendremos que remover, remover y remover, añadiendo los ingredientes en el orden correcto. Apartaremos el azúcar glass, puesto que sólo lo emplearemos para realizar la buttercream con la que finalizaremos los cupcakes, de forma que empezaremos mezclando el azúcar granulado con el aceite de girasol hasta que obtengamos una mezcla homogénea, e incorporamos el huevo moviéndolo todo para que quede mezclado.
A continuación vamos incorporando la harina SIEMPRE TAMIZADA poco a poco y en dos veces. Antes de añadir la harina por segunda vez, incorporaremos la leche. Puede parecer una tontería, pero si un cupcake se caracteriza por su delicadeza, este tamizado es un procedimiento imprescindible para conseguirla. Amén de evitar encontrarnos los grumazos de la muerte que invitarían a la arcada fácil. ¿Queréis que la velada acabe mal? No tamicéis la harina y encontraréis un billete de 10eur. en vuestra mesita de noche, un post-it con un mensaje de agradecimiento por la magdalena con durezas y otro de despedida.
Una vez tengáis la mezcla uniforme y homogénea, añadimos una cucharadita del aroma concentrado de rosas. Esto imprimirá unos matices al bizcocho totalmente diferentes a los que estamos acostumbrados. No demasiados, pero sí suficientes para sorprender. Removemos bien para que el aroma se distribuya por toda la mezcla, y -al ser en pasta- se disuelva en su totalidad. No olvidéis que hay que precalentar el horno a 180ºC. Es un buen momento para ello.
Montamos las cápsulas en una bandeja para cupcakes, evitando así que se deformen al hornearse sus carnes morenas, y las llenamos con la mezcla del amor hasta dos terceras partes de las mismas. ¿No tenéis bandejas? Improvisad una montando las cápsulas sobre moldes de flan. Crecimos viendo MacGyver, el DIY (do-it-yourself) no tiene misterios para nosotros.
De cabeza hacia el horno, y en 20 minutos a 180ºC deberían estar doradas y humeantes. Las sacamos y las dejamos enfriar sobre una rejilla y así no se nos romperán al rellenarlas y porque para aplicar la crema de mantequilla el cupcake no puede estar caliente bajo ningún concepto. ¿No os lo creéis? probad a sujetar un trozo de mantequilla con las manos desnudas durante quince segundos y si tenéis tanta fe en vosotros mismos, pasaos esa mano por la cara.
Con el cupcake frío, procedemos con la precisión quirúrgica de una escopeta de balines, a agujerear el centro del mismo con un sacacorazones de fruta, y rellenamos el hueco con un par de cucharaditas de la confitura de pétalos de rosa. No seáis ansias y devoréis las tapas porque hay que volver a ponérsela para empujar la mermelada hacia el interior y tapar el agujero.
LA CREMA DE MANTEQUILLA (Buttercream)
También conocido como maná de los Dioses o la cerdada más rica que ha parido madre, ésta crema que sirve tanto para recubrir tartas (frosting), rellenarlas en todas y cada una de sus diferentes variedades, sabores y colores, y que nos vale hasta para lubricar bisagras, es lo mejor que se ha inventado desde el iPod™.
La dificultad de su preparación es inversamente proporcional a la cantidad de calorías que aporta por cucharada, de forma que como os habréis podido imaginar, es extremaaaaadamente sencilla de hacer. Deducid el resto vosotros mismos. Tan sólo hay que batir con una batidora de varillas a máxima potencia mantequilla blandurria a temperatura ambiente, con la misma cantidad de azúcar glass hasta que obtengamos una crema suave, casi esponjosa, que podría untarse con un dedo sin esfuerzo alguno. Notaréis el punto porque cuando está suficientemente batida, se vuelve casi blanca.
De forma que una vez hemos batido la mantequilla con el azúcar hasta que blanquee y quede extremadamente cremosa, añadiremos una cucharadita de aroma concentrado de rosas y continuaremos batiendo hasta que se haya mezclado en su totalidad. A estas alturas ya deberíamos tener una bonita buttercream de color rosado.
Ahora sólo hay que cargar la manga y aplicar una generosa cantidad de crema de mantequilla sobre nuestro cupcake de San Valentín, aplicando siempre desde el centro del cupcake y efectuando un movimiento en espiral hacia afuera para crear una base, y de fuera hacia el centro para ir levantando el copete poco a poco.
Como toque final, hemos añadido una pizca de pétalos de rosa deshidratados para decorar. Comestibles, sí, pero sólo te parecerán sabrosos si eres una cabra. Para comerlos conviene apartarlos porque, francamente, estorban.
Es el momento de sorprender a vuestra pareja con un postre diferente. Sabores nuevos, aromas excitantes y una noche larga, muy larga junto a una copa de champán, un par de cupcakes y un puñado de libidinosas intenciones.
Nuestro agradecimiento a Floristería Aguilera por cedernos las flores para la composición fotográfica.
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